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Nuestra querida Ninfa Kai ha fallecido y nos gustaría pensar que estar en uno de los lugares más preciosos de Madrid, en el Embalse de Santillana, le gustaría, escuchando pajaritos y personas pasar.
Nos regaló cuatro años de su vida sin pedir nada, fue la alegría de nuestra casa y todos pensábamos en él. Ha sido una pena perderle tan pronto, pero nos quedamos con los estupendos recuerdos, que fueron muchos. Como por la mañana le gustaba que Maribel siguiese sus pasos por toda la casa, un reconocimiento matutino diario de sus dominios y como se enfadaba si ella no podía en ese momento. Como picaba los libros, revistas y cartones, huella perdurable de su paso. Como gustaba de dormir la siesta conmigo, aunque yo roncase, como salía a su terraza a meter caña al resto de pájaros de fuera, ¡he que estoy aquí! y es mi casa. Como reconocía a Edu cuando llegaba desde el ascensor y como le gritaba ¡hola Edu! Como reconocía a Pati cuando nos visitaba, aunque hubiera pasado un mes sin verla. Como hablaba con la Tata por teléfono y la animaba en sus momentos de bajón. Recordaré siempre los paseos que dábamos en el jardín de la urbanización Fuentesanta, donde vivimos y lo bien que se lo pasaba con los niños, un vacío que muchos vecinos notarán seguro :-) :-) :-)
Descansa en una cajita de madera, bonita, como él, con sus cositas, un dibujo de Edu, una chapita de Pati, unas hojitas, su invitación de cumpleaños de cuando llegó a casa y hasta un trocito de pan tostado, que le encantaba intentar robar en la mesa de la cocina.
Hasta siempre Kai.